viernes, 29 de junio de 2007

Adiós Argentina...vida en San Pedro...ciao Chile!


Qué pintas, no? pero fijaros en el volcán...
Decir 4 meses es decir mucho tiempo, aunque ya se sabe eso de que si pasó rápido es que uno lo pasó bien. Parece que fue anteayer cuando entré por primera vez a la Argentina y ya salí definitivamente de ella, y ché, la voy a echar de menos.

No es lo mismo visitarla que habitarla y seguramente uno acabaría hasta el gorro de tanto espabilado suelto, tanto parlanchín con duracell, de la lentitud en los trámites ( peor que Spain? sí amigos, peor) y otras tantas cosas que a uno incluso le hacen gracia cuando está de visita. Pero también cuenta, y mucho, la calidez de la gente sencilla, de pueblo, que si tiene una migaja de pan té la dá y comparte su techo con el desconocido sobre ruedas.

Y qué decir de la comida argentina... eso sí que lo extrañaré, en parte porque ahora me tocan unas semanas de auténtica austeridad en desiertos y salares andinos y en parte porque para uno ya era diario el tomar mate, desayunar con dulce de leche, salir de las panaderías cargado de facturas (deliciosos pastelitos) y empanadas y, claro está, festejar cualquier anécdota, encuentro u lo que sea con un buen asado, que viene a ser una barbacoa pero a lo bestia y con la mejor carne del planeta. Para que os hagáis una idea, en las últimas celebrecaciones (4 en un mes, no está nada mal) tocábamos a kilo de carne por cabeza, y sí, acabábamos royendo los huesos y chupándonos los dedos, con el rostro ( la barba en mi caso) llenos de grasa y preguntando, con una sonrisa medio irónica, el Qué hay de postre???


Y de los paisajes argentinos no os repetiré los que ya os he ido contando y enseñando, es una sucesión de postales a cual más bella con una heterogenia de la que pocos paises pueden presumir, con una guinda norteña que da el toque cultural a tanta belleza paisagística. Hasta pronto Argentina...


Y hola de nuevo a Chile, otra vez los cachay, hueón, pó, las piscolitas, lucas por aquí por ahí ( la moneda local, está todo carísimo!) y todas las hueás que comporta estar en Chile; por poco tiempo pero. Llegamos la semana pasada a San Pedro de Atacama y en un par de días de vuelta al Altiplano, meteré el pie de nuevo en Bolivia está vez ya sin timidez y no para pasar unas horas sinó un mes, o dos. Pero ahora estoy en San Pedro, para mi sinónimo del Licancabur, este volcán protagonista de cada una de las fotos que eché, un volcán que hipnotiza la mirada y relaja sobremanera al contemplarlo, la gran distracción ha sido buscar el mejor mirador, verlo acariciado por la luz del alba y envuelto en las primeras tinieblas. El contraste desierto/alta montaña es espectacular sin más y las noches pasadas a la intemperie saboreando la puesta de sol, sacando la cabeza del saco para ver el volcán iluminado por la luna llena e incluso despertarse antes de las 7 para deleitarse con la imagen de un sol asomando del cráter...muy especial!

La visita coincide con las fiestas locales, así que hay mucha gente, lo más destacable son los vistosos bailes en la calle con música en directo, creo que lo disfrutan mucho más el millar de habitantes que la multitud de turistas, una foto y a otra cosa mariposa... también proliferan las misas, a todas horas y a todos lugares, se han reunido acá todo cura, obispo o monagillo disponibles en el norte de Chile. Imaginad a un grupo de excursionistas, metidos ya en el saco y colgados de una gigantesca duna aparentemente a tomar viento de cualquier lugar (de echo en un lugar llamado Valle de la Muerte), en medio de la noche se oyen voces lejanas que pronto se convierten en cánticos intelegibles para acabar con un sermón severo, muy severo, vociferado magnetófono en mano recordando las incomodidades que aguardan al pecador en el infierno. Acollonant...

Aparte de pequeñas excursiones en bici al valle de la luna queda poco que hacer, o mejor dicho algo apetecible; el ciclista desarrolla una alergia a los sitios demasiado turísticos y sin duda San Pedro merece tal calificación; la libertad que da la bicicleta queda cortada de tal manera cuando se piensa tomar una excursión, con su guía, su horario, su haz esto y no lo otro que directamente ni me planteo unirme a una de ellas, aunque eso implique perderse alguna de las atracciones más conocidas pero qué importa eso si hemos decidido probar de patear hasta el cráter del Licancabur? y después vamos a cruzar, en bici claro, un desierto a más de 4.500 metros de alura, en total 10 días en autonomía, 6 ciclistas hambrientos y sus correspondientes 50 kg. de papeo, en la foto no parece mucho pero hay jalo de veras, tíos.


Así que de nuevo un reto que quizás me viene grande, patear hasta los 5.970 m del Licancabur y travesar el desierto del Lípez con la bici, habrá que intentarlo al menos, no?

domingo, 24 de junio de 2007

El Paso de Jama- Cruce (frustrado) de la Cordillera de los Andes

Tras la Quebrada de Humahuaca y la pequeña incursión a Bolivia toca la auténtica travesía de los Andes, no se trata esta vez de un sólo puerto como el Abra del Acay, hay que ascender hasta los 4.000 metros del altiplano y cruzarlo completamente de este a oeste, unos trescientos kilómetros plagados de "portezuelos" de hasta 4.600 metros de altura, un paisaje lunático de arena, rocas, volcanes y salares, no en vano esto fue un mar años atrás.


Se inicia andadura en Abra Pampa, todavía Argentina, dónde compartimos 8 ciclistas refugio eclesiástico ofrecido por el padre Jesús, infatigable luchador social, conocido como el Che Guevara de Abra Pampa, gran personaje!


Ya en la ruta los primeros días son tranquilos, ascenso paulatino, carretera de ripio en no muy mal estado, paisajes enormes y la posibilidad de pedalear por un enorme lago totalmente seco, primera experiencia de "navegación" en bici, vendrán otras. Disfruto del clima de la puna ( como se conoce acá al altiplano) que ofrece unos agradables 20-25° C de día y unos gélidos -10°C por la noche así que toca encerrarse pronto "en casa". Por cierto cada vez ando más suelto en el asunto de pedir techo "por la patilla" y casi siempre con buenos resultados, pronto os hará un pequeño resumen de los lugares que me sirvieron de morada. En esta etapa descansé en la municipalidad de Rinconadilla tras pasar una agitadísima tarde jugando con los niños del lugar.Es curioso, la falta de oxígeno apenas se nota cuando se anda en bici pero pie a tierra un pequeño sprint de 50 m. requiere media hora de recuperación. Los chiquillos rebosantes de glóbulos rojos miran incrédulos al exausto visitante del que, creo, dudan capaz de recorrer un continente en bici.


Tras tres días de pedaleo llego a Susques, la puerta del Paso Jama en la frontera con Chile, el único paso andino abierto los 365 días del año pues la sequedad del ambiente asegura (?) un paso sin nieve. Desde susques hay que subir el Abra del Taire hito de inicio de la parte alta del altiplano, valga la redundancia, ya por encima de los 4000m. Llegar a este punto no tiene más complicación que la de pedalear 4 0 5 días siempre pa arriba, pero una vez aquí aparece un convidado inesperado, el viento.
No volveré a narrar las experiencias de un ciclista intentando avanzar con el feroz viento en contra ( ya lo hice en Viento Patagónico), la única novedad acá es la arena lanzada a más de 70km/h hacia el rostro, muy divertido.
El panorama en los tres siguientes días es desolador: el avanze se limita a unos 35 km / día aún y pedalear cinco horas, no existe más protección contra el viento que unos pequeños puentes donde monto campamento por la noche, a más altura menor temperatura, la condensación crea una interesantísima capa de hielo sobre mi saco de dormir, tan interesante que uno pasa las noches averiguando como eliminarla. La fatiga, el sueño y sobretodo la moral pasan factura.

Una mañana, milagro, el viento amanece calmo, sin desayunar, a la carretera! En hora y media hago 28 km, ya diviso laaduana a sólo 6 km. En esas despierta eolo, una hora para circumvalar la salina de Jama y llegar a destino. Horrible. En la aduana pre-frontera el primer abandono, Celine y Francois toman un camión. Los otros seguimos, de momento. Somos tentados por dos vehículos, a sus ojos es inhumano avanzar con ese frío y el tremendo vendaval, cede Gregory. Alcanzamos, con gran esfuerzo mediante, el Paso Jama. Foto de rigor y a bajar. Rídiculo es avanzar a menos de 10km/h en descenso y pedaleando, para más inri no hay puente esta noche y montar, dormir y desmontar la carpa enmdeio de tamaño "huracán" es toda una odisea.

Amanece y a pesar de los rezos a la Pachamama el viento no paró, incluso es peor que ayer, además unas espesas nubes están dipositando nieve en los picos circumdantes, hoy no hay sol que caliente y la temperatura permanece en sus mínimas nocturnas. Intentamos avanzar, total no quedan más de 100km de altiplano. Imposible para mi, si ayer avanzábamos a 7 u 8 km/h hoy es mucho aguantar el equilibrio, ejercicio que no permite avanzar demasiado. En un ataque de cordura, raro en los ciclistas, decido dar media vuelta y volver a la frontera, a buscar un camión; giro 180° y sin dar un sólo pedal alcanzo los 30 km/h en menos de 200 m., qué fácil avanzar con la ayuda del viento! Más difícil me resulta frenar, viene un camión; no hace falta explicación al camionero, monto bici y equipaje y me instalo en la calentita cabina. Por la cabeza ronda un sentimiento de rendición prematura aunque creo que hice lo correcto, en total de 7 ciclistas que iniciamos el paso 6 hicimos un tramo del altiplano chileno en camión, sólo Gael tuvo arrojo suficiente para hacer toda la etapa; la tormenta blanca que desfila frente a la luneta del camión es la causa.


Evidentemente no es lo mismo contemplar el imponente paisaje dentro de un calentito camión que sufrirlo en las propias carnes sobre la bici; el final de nuestro periplo por Jama es tan bizarro que no sé cómo explicarlo, mejor os lo contaré cuando vuelva. Llegamos ya a San Pedro de Atacama, sito en el desierto más árido del mundo, lo que no impide que lleve tres días acá sin ver el sol ( lo mismo me pasó en el Sáhara...), sigue el mal tiempo y desde el día después de nuestra llegada el Paso fronterizo está cerrado de forma indefinida, por la nieve claro.

En fin el Paso de Jama quedará siempre en el recuerdo como plaza no conquistada, feudo del viento, guardián de estos paisajes inaccesibles para la mayoría de ciclistas en teimpo de tormenta. Es parte del juego, respetar las montañas, conocer los límites de uno mismo, apreciar cuando la Pachamama (la madre tierra, muy venerada por estos lares) permite recorrer sus tesoros y aceptar cuando dice: chiquillo, por aquí, hoy, no pasas!

jueves, 14 de junio de 2007

Tres horas en Bolivia

No se puede pedalear cada día, de vez en cuando hay que ocuparse de asuntos serios; así, siempre en movimiento, tocaba hacer una pequeña incursión a Bolivia para sacar algo de dinero y hasta la frontera me desplacé en bus.
Un simple puente de no más de 50 metros marca el límite entre Argentina ( La Quiaca) y Bolivia ( Villazón), algunos se atreverían a afirmar que ese amasijo de hormigón es una frontera más profunda, la que separa el primer del tercer mundo. Diferencias económicas evidentes hay, así como culturales aún y cuando el norte argentino es marcadamente andino y el lugareño de Humahuaca o Abra Pampa tiene mucho más en común con un Boliviano o Peruano "altiplánicos" que con cualquier Porteño ( Buenos Aires) u otro argentino "Patagónico".
Antes de cruzar el puente se observan, en sus inmediaciones, decenas, cientos sino miles de sacos de esos grandotes, de los de 50 kg., de diversas mercaderías de primera necesidad: azúcar, sal, harina...todos circumdados por un tropel de imitadores del jorobado de Notre-Dame pero envueltos en ropajes andinos, usea de lana multicolor.
Son los llamados tranportistas hormiga, una de las caricaturas más crueles de lo que debería ser una legislación aduanera. Me explico. La mercancía proviniente de Argentina no entra a Bolivia en camión: inspecciones, papeleos, aranceles...dificultan un comercio entre ambos paises, pero existe un vacío legal. Se puede cruzar la frontera con lo puesto, sin papeles ni preguntas. No valen, en este juego, ayudas tales como carretas o bicis, estas pasan inspección.
El resultado es un constantes desfile de minúsculos hombrecillos y mujeres con la espalda partida por el aplastante peso de la mercancía; 200 metros recorridos 30, 40 veces al día, de un país al otro, de un camión argentino a uno boliviano, una trampa legal invisible para ambas capitales. Al fin y al cabo se ahorran impuestos y los "indígenas" tienen "trabajo".Por respeto a su esfuerzo no hay fotos.

Una vez en terreno Boliviano toca abastecerse de su moneda local, originalmente conocido como peso Boliviano. Nomás cruzar el puente se abre una calle comercial teñida de mil colores, donde se apilan por igual material electrónico de "última generación" ( a saber, MP3, cámaras digitales, ordenadores...), casas de cambio, artesanías de todo tipo, puestos de fruta...todo realmente vistoso. Aunque la palma se la llevan las mujeres indígenas, las collas y su tradicional vestimenta: zapato negro plano, medias de lana por encima de las cuales ondean vistosas faldas de vuelo, una sucesión de jerseys coronados por un siempre bonito poncho y la guinda son sus sombreros, detalle que no falta nunca: sean de estilo bombín ( a lo pork pie), de ala ancha tipo "El Zorro" o de lana multicolor siempre enmarcan sus rostros curtidos por el sol y de ellos asoman, en su parte posterior, dos enormes trenzas de un negro impoluto, un pelo que jamás conoció las tijeras. Otro complemento bien típicamente andino es un mantón de lana de llama, convenientemente teñido de mil colores, que atado a la espalda sirve de transportín para el pequeño de la casa, una especie de bolsa marsupial dorsal muy práctica. Genial! A pesar de su timidez generalizada son bien simpáticas cuando quieren y aceptan, con una gran sonrisa, ser fotografiadas caso de esta señora dueña de un modesto puesto en el mercado.

Ah el mercado!! parada obligada para conocer una ciudad, o en este caso hacerse una pequeña idea acerca de un país; y si además se come por unos 50 céntimos de euro...de cabeza al mercado, oye! Dos son las cosas que llaman más poderosamente la atención amén de las señoras que atienden: la enorme variedad de frutas ( Bolivia reparte su territorio entre el altiplano y la selva tropical) y los puestos de hierbajos donde unas pseudo-curanderas recetan remedios para cualquier tipo de dolencia o problema, a destacar el que incita a un vómito incontrolable cuando se prueba el alcohol, al parecer uno de los más requeridos por las collas que quieren controlar a sus borrachuzos maridos.
Y estas primeras y escasas tres primeras horas en Bolivia dieron para mucho más; en la plaza central de Villazón se celebraba una feria escolar dónde los chicos y chicas presentaban sus proyectos empresariales, algunos tan interesantes como comercializar licor de leche de cabra ( buenísimo) o un mayor aprovechamiento de las carnes de llama haciendo chorizos y embutidos.
Del caos de la terminal de buses, de los olores de las calles bolivianas y de otras cosas que uno apreció en este corto paseo ya os hablaré más adelante, pasaré algunas, muchas horas más en este país que ya empezó a fascinarme. y es que Bolivia fué una de las claves por las que escoger Latinoamérica para este viaje y, de momento, no me ha defraudado lo más mínimo, ans el contrario.

jueves, 7 de junio de 2007

La Quebrada de Humahuaca

Declarada Patrimonio de la Humanidad en el 2003, el camino que va desde San Salvador de Jujuy hacia el norte es un contínuo regalo de paisajes y culturas, encantadores pueblitos y mucho sol y viento.
En la ruta soy tentado por un "ciclista choppero" para que cambie mi querida burra por una especie de sofa con ruedas; la verdad es que el invento es cómodo y parece eficiente pero de momento me quedo con la mía que ya me ha acompañado más de 7.000 km y claro, se le coge cariño!


Bueno acá se le llama Quebrada a lo que en la península se conoce como cañón, o en palabras simples y llanas un encajonamiento creado por un río. Y aquí de esto andan sobrados, he recorrido la Quebrada de las Flechas, la de las Conchas, la del Toro y ahora ando por la más famosa ( quizás no la más bella) de Humahuaca, todas se caracterizan por sus duras subidas o bajadas ( en serio?, seguir el cauce de un río no es nunca plano??) y por los espectaculares colores de las paredes que las circundan. La palma en eso se lo lleva el Cerro de los Sie7e Colores, en Purmamarca una de las villas más visitadas y que a pesar de sus encantos naturales está infestada por el terrible virus del turismo de autobús: comidas carísimas, niños que no van a la escuela para pedir a los guiris, meaderos de pago, mujeres que te persiguen con artesanías etc. etc.


Aún así una vez uno se aleja del centro se pueden apreciar los Pucarás, nombre que se da a las ciudadelas pre-hispánicas, de la época en que la Quebrada formaba parte del camino del Inca y único recuerdo de esa época. Estas ciudadelas están siempre colgada de una montaña y rodeadas de innumerables cactus gigantes lo que les da un aura especial.

Siguiendo por esta ruta ingresaré de nuevo en la Puna, el Altiplano, otra vez sobre los 4.600 metros de altura, a cruzar los andes por segunda ocasión esta vez buscando el desierto de Atacama, el más seco del mundo. De él dicen que tiene puntos dónde no ha caído una gota de lluvia en los últimos 200 años y eso junto a su altura lo convierte en el mejor lugar para observar los cielos nocturnos, no hay astrólogo que se precie que no curre por allá.

Para eso falta todavía mucho, debo antes subir montañas y visitar otros pueblos desolados que me impedirán, durante un buen periodo de tiempo, dar notícias de este viaje sobre ruedas.

Y mientras vosotros pasáis las calurosas noches del incipiente verano a la fresca con una cervezita en la mano ( al menos eso hacía yo) a un menda le toca encerrarse a las 8 de la tarde en el saco, antes que el hielo se apodere de mi. Disfrutarlo pues!

Una familia de ciclistas

Después de la paliza del Abra del Acay no se podía esperar nada más que un buen descanso. Para hallar el lugar indicado no hizo falta más que descender desde los 3.800 m de San Antonio de Los Cobres hasta los 1.200 de Salta, una ciudad más bien grande, sobre 500.000 habitantes y que aparte de su plaza y de su mirador no tiene nada destacable.


Bonita vista de la ciudad de Salta









Así puede pensar el típico viajero que llega a ella, se aloja en su helado camping o en uno de sus muchos hostales, buscando un poco de diversión nocturna y un montón de excursiones por los alrededores. Pero para el ciclista Salta es diferente, es una parada obligada en su camino al norte ( o al Sud, depende) gracias a una família, los Marín, que desde hace 3 años acogen a todo cicloviajero que pase por ahí. Y no somos pocos, en la foto podéis ver a Ramon, nuestro anfitrión y los seis ciclistas ( a saber: franceses,Quebecois, aragoneses y Català) que invadieron su casa . Y qué bien lo pasamos, siempre con el pasatiempo preferido de todo ciclista: papear!!! Así cayeron asados, pasteles, pastas al roquefort, empanadas, mates con galletas, dulce de leche por un tubo y un largo etc.



Además mi visita coincidió con la mayor afluencia de cicloturistas que haya visto nunca la ciudad de Salta: hasta 11 viajeros nos juntamos a cenar, contar batallitas ciclistas, repasar mapas y rutas y, estábamos todos de descanso, tomar unas birras! Con la misma excusa del descanso me tocó, junto a los dos aragoneses, montar una sangría que aunque fue ligerita, perduró en nuestras cabezas al día siguiente. Y es que a una vida de deportista hay que buscarle de vez en cuando el equilibrio a base de birras, cubatas y un poco de transnoche con las risas fuímos a la cama a las 4 de la madrugada.

Tal concentración de ciclistas atrajo a la prensa local, y convertido en portavoz oficial de los ciclistas, salí en directo por la radio Salteña que al parecer tiene mucha audiencia. Aparte de la´ya pesadísima explicación de siempre ( de dónde eres, de dónde vienes, a dónde vas, cúanto tiempo de viaje blablabla blablabla...) se me ocurrió hacer un poco de propaganda de la casa de ciclistas y dije, textualmete: "Los Marín acogen a todo aquel ciclista que se acerque a su casa". Normal diréis, ignorantes como yo que el término acoger tiene una connotación 100% sexual en Argentina; así que de querer hacerlos quedar bien pasaron a ser una família de degenerados!!!! Cosas del idioma.

No hablemos más de farras ni de meteduras de pata sino de la família de ciclistas. En la casa de los Marín manda Tina, la mamá, una mamá que sus 4 hijos Viqui, Graciela, Gerardo y Ramón no tienen problema con compartir con todo aquel que se acerque sobre dos ruedas; y es que no se trata sólo de ofrecer un techo y un poco de té, se trata de compartir en mayúsculas, entrar a formar parte del círculo familiar por unos días, dando y recibiendo mucho cariño. Sin que te conozcan de nada y con el único vínculo de la pasión por los viajes en bici, esta gente ha acogido a más de 70 viajeros. Una muy loable iniciativa que permanecerá, seguro, como una de las mejores experiencias del viaje. Con todo esto, lo difícil fué marcharse y hasta por tres días fuímos retrasando la salida, jeje. Aunque nos guste la carretera, acampar, desyunar avena y pasar frío y calor uno se acostumbra rápido al calor de un hogar!
De nuevo agradecer a Ramón, Viqui, Gerardo, Graciela & Joaquín y a Tina por todo, aparte de la pequeña llama con que nos obsequiaron y que luce en mi manillar, nos llevamos un montón más de recuerdos de vosotros!
Con todo, ya sabes mamá, prepara un par de camas de más por si se presenta algún ciclista, podría ser tu hijo, jeje