
A por Machu Picchu, otra vez!!
Así dicho no suena mal, pero ahorramos algunos detalles, quizás el más importante el meteorológico, en plena época de lluvias la caminata prometía ser tan húmeda como acabó siéndola: lluvias noche y día, ropas y tiendas mojadas y, lo que más jode, unas nubes densas y perenes dispuestas a no desvelar las bellezas que nos rodeaban.
Pero la suerte se nos alió, un poquito nomás, cuando deambulábamos por los pies del Salkantay, ofreciéndonos una perqueña ración de su imponente mole de hielo, algo que nos negó al día siguiente cuando estábamos mucho más cerca, oiendo los desprendimientos de sus glaciares tan ahí mismo que parecía imposible que la fina caortina de nubes que nos duchaba fuera capaz de tapar a tamaño coloso andino.
Así de majestuoso es el Salkantay; lástima que sólo se dejó ver un ratito...
En la cima derecha se ven algunas construcciones de Machu Picchu. Visto desde Lucmabamba el lugar parece edificado sobre un rostro humano
Las ruinas de Lucmabamba conquistadas por la selva, aún no por el turismo
Zona ceremonial vista desde Putukusi 
La silueta del Wayna Picchu y del único árbol de la ciudadela
Pronto dejamos de hablarnos y paseamos distraídos por los lugares más emblemáticos, es mucho lo que leí en las ultimas semanas sobre la Ciudadela y la conexión con el lugar es total. Sólo el corretear fugaz de algunas vizcachas hiela momentáneamente la sangre y acelera de nuevo el pulso pero también a ver sus rápidas siluetas en los lugares más insólitos se acostumbra uno.
Poco a poco las nubes se van agrupando y del fondo del valle sube una densa vrima, primero se cubre Wayna Piccghu y luego, despacito la ciudad desaparece para niestra vista...en cualquier otro lugar esto sería motivo de disgusto pero aquí la nieblina añade, si aún cabe, más misticismo al lugar.
Otra vista a pleno sol, esta vez desde Inti Punku Descansamos un poquito pero se me hace imposible dormir, hay que aprovechar bien la noche...aún así tras un par de horas más de paseos y exploración sucumbo al cansancio, primero una cabezadita apoyado en la sagrada roca ceremonial que me regala un fnatástico sueño y luego, ya refugiado de la lluvia, a pierna y ronquido suelto, se confirma la sospecha de que no hay guarda alguno, si lo hubiera sin dudas habría acudido al oír los truenos que emitía, así me dijeron los "otros intrusos"...
Despierto clavadito en el instante en que las primeras luces empiecan a invadir el lugar, la lluvia amainó pero nubes y niebla son aún abundantes, adiós a la esperanza de contemplar los fenómenos que se habían de producir esa mañana, como cada amanecer de 22 de diciembre, solsticio de verano. Una excusa más para volver.

El sol asoma por entre las nubes en el valle del Vilcanota, Machu Picchu
Si la noche fue maravillosa no lo es menos la mañanita, sigue la tranquilitad y la solitud en el lugar, se respira ahora el aire puro del amanecer congujado con los aromas a hierba mojada. Tenemos que darnos prisa porque Machu Picchu abrirá oficialmente sus puertas en menos de 45´y es muy posible que algún trabajador del sitio esté ya merodeando por ahí...Tomamos las precauciones de siempre ( pegaditos a la pared, echar un ojo a cada esquina...) pero a cada peldaño que ascendemos en nuestra peregrinación hasta un buen escondite no podemos evitar perder unos segundos admirando la que fue "nuestra" ciudadela por una noche, cuando salgamos del escondite y nos mezclemos con los demás turistas ya no será lo mismo...

Machu Picchu ya bien iluminado, las brumas matutinas le dan un aire misterioso
Al final pasamos todo el día, acercando la oreja a las explicaciones de los guías, haciendo algunas excursioncillas, tirando muchas fotos o simplemente contemplando el panorama hasta que reapareció la lluvia por la tarde y nos envió para abajo, cansados de esperar a que saliera el sol y nos regalara un arco iris... En total pasamos 18 horas en Machu Picchu, enfundados en nuestros gorritos de Papa Noël, casi tan divertido como inolvidable.

Otra vista del conjunto
Por suerte a la vuelta teníamos ya en mente la celebración de la navidad porque si la primera vez se hicieron eternos los 30 km de caminata sobre las vías del tren, la segunda vez...









