
Si hubiera o hubiese alguien que se preguntara porque diablos no actualizo el maldito blog ahí tiene la respuesta; llegué por fin al Caribe y me metí de lleno en él, objetivo cumplido!
A punto de cruzar la frontera Colombia-Ecuador, pinché en zona de nadie...
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Con tanta humedad el paisaje es totalmente verde, se suceden lagunas y campos de cultivo multicolores, todo bordado por la vista nublada de los volcanes, que debe ser precioso en verano. A diferencia de los otros países andinos, el Ecuador, el ecuatoriano, es limpio, tranquilo, sin bullicios, ordenado, pacífico; si hubiera seguido una ruta lógica este país hubiera servido de transición natural desde el Perú a Colombia.
Tras cruzar con la bici el Ecuador terrestre sin ni enterarme ( no, la línea no está pintada sobre la tierra}entro a Quito desde el norte, la verdad una de las entradas a ciudad más tranquila del viaje a pesar de los sudores y las cuestas. Voy a alojarme en la casa de Crisa, con sus hijos Cami y Anaiti, otra casa de ciclistas y van... como siempre la atención es de lujo y es mucho más fácil llegar que marcharse.
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Cami, Anaiti y un servidor
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Además Quito va a ser lugar de reencuentros; en primer lugar y tras más de seis meses sin verles el pelo me reúno con Yves y Gaël, los SiOnJouait, con quien había pedaleado en Argentina, norte de Chile y Bolivia aparte de compartir con ellos pantuagrélicos banquetes y muchas risas; con ellos conocí a Virginia, otra loca viajando en bici por estas tierras.
La expedición "ciclistas sin bici" nos acercamos a la mitad del mundo, a la línea ecuatorial sitio de un museo interesante. Sobre el ecuador nos hacen algunas demostraciones, por ejemplo es posible parar un huevo sobre un clavo, algo que nunca me había entretenido a probar en ninguno de los dos hemisferios pero que al parecer es imposible; también nos hicieron la demostración de cómo gira el agua del water: en el norte en sentido de las agujas del reloj, al sur hacia la izquierda. Y sí, claro, sobre el Ecuador el agua baja del tirón, sin girar a ningún lado.
Virgínia, Cristina, Gaël, chó e Iván; a nuestros pies, la mitad del mundo
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Tras una cena de despedida los SiOnJouait volaron hacia Europa tras año y medio rodando por acá, Virginia se fue a Buenos Aires buscando la Paagonia y Crisa y yo fuimos para Baños, ciudad turística algo más al sur dónde Crisa tiene una casita espectacular; allá encuentro a Anna, una catalana que lleva 8 años viajando con Pablo por el mundo, un gusto poder hablar algo de català tan lejos de casa. Con Crisa hicimos la ruta de las cascadas, precioso descenso hacia la cuenca amazónica, rodeados de verde y de agua, aunque después tocó subir, claro!
Una de las innumerables cascadas de la ruta Baños- Río Negro
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De nuevo en Quito, nuevo encuentro con Philippe y Anna, dos ciclistas dando la vuelta al mundo, con ellos había compartido las navidades en Cusco. Unas birras, algo de comer y la visita al museo de Guayasamín, uno de los mejores que nunca he visto, un compendio del sufrimiento del pueblo americano plasmado magistralmente por el pintor Quiteño.
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Las torres de la basílica desde la cubierta de la nave principal
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También nos dimos unos garbeos por el centro colonial, Patrimonio de la humanidad y según cuentan las crónicas la ciudad colonial más antigua de américa; las callejuelas empinadas y las bellas fachadas son bien típicas aunque la palma se la lleva la basílica moderna, es posible pasearse por todo su interior, incluso subir a las torres por empinadas y muy poco seguras escaleras, buenas vistas y con restaurante incluído, la fe encontró otro negocio...
Las empinadas calles Quiteñas
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Con pocas ganas de marchar, estoy sacando la bici de casa cuando en la radio anuncian un buen concierto para esta noche, no problem! Se cierra la puerta, conmigo dentro claro, a Crisa y su familia parece no importarle que me quede una noche más y yo, que llevo un mono encima de música en directo que ni te cuento, la mar de contento.
El río Magdalena cerca de su nacimiento, en el valle de su estrecho
Para acabar con esta primera etapa en Colombia tomé un bus ( ejem...), primero porque me habían dicho que la ruta destapada era considerada zona roja ( aunque parece bastante segura), segundo porque quería encontrarme con unos amigos en Quito y al ser una carretera de ida y vuelta ( volveré por mis trazas después) pues bajo un trozo en bus, otro en bici, subo un trozo en bici y otro en bus. Total que ya estoy en el Ecuador
La catedral, con Montserrate en la montañita a la izquierda
Digo que debe ser porque de momento sólo conocí la parte buena, y que así siga. Tras conseguir asiento en una avioneta a hélices, sobre volé la selva colombiana con destino a la capital, Bogotá. Una megápolis de cerca de 8 millones de habitantes, con todo lo bueno y malo que comporta estar en una gran ciudad ( séptima capital de mi periplo) pero con algunos detalles ( de los buenos) que le dan un aire distinguido.
Para un ciclista ( ejem...) en tránsito, no hay mayor alegría que llegar a casa de un amigo, aunque ni siquiera se conozcan y a priori sólo compartan la afición a los viajes en bici; es así como Francisco me acoge en su casa y se convierte en mi guía Bogotano, aún y ser chileno...
No sólo se bebe café en Colombia...con Alejo, Francisco y Adriana
Todo un placer poder disfrutar de una cocina y de un supermercado bien surtido cerca de casa, se acabó por unos días la dieta de arroz blanco que tanto aborrecí en Bolivia y Perú, hora de preparar algunos manjares, deleitarse con unos quesos azules ( cúanto hacía que no comía eso?), unos buenos trozos de carne y probar las deliciosas arepas, especialidad local.
El mercado de las pulgas se expande por doquier sobre las calles
Y el domingo no es sólo para los ciclistas, hay lugar para todos; fascinante el mercado de las pulgas, un mercadillo popular y callejero dónde uno puede encontrar unas combinaciones espectaculares, un mismo tipo vende Ipod´s, vinilos y Walkmans pero su negocio no es sólo musical, tiene alguna plancha, algo de ropa vieja y un sinfín de cosas que uno no puede identificar. Muy interesante y divertido.
Otro ejemplo de la arquitectura colonial bogotana
En fin , me queda una grata impresión de la ciudad y de sus gentes, preparado ya para partir a conocer los rincones de esta Colombia que anhelaba y que ya empiezo a conocer y estimar.
Aprovechar este espacio para agradecer a todos los que hicieron mi estancia en Bogotá tan agradable: Adriana, Alejo, Jose Luis, Miguel, Rodolfo, Esmeralda y en especail a mi anfitrión y amigo Francisco, suerte en la ruta y hasta pronto!