domingo, 16 de diciembre de 2007

Ausangate




Así de majestuoso es el Ausangate


La soberbia o, quizás mejor, la "pardillez", me habían llevado a pensar, en algún momento, en que conocía bien los entresijos de la cordillera de los Andes. No en vano he contemplado a la misma morir, o emerger, en el canal Beagle dónde dicen que acaba el mundo, dónde se besan las aguas del atlántico y del Pacífico, dónde las últimas estribaciones de la cordillera dejan deslizar sus hielos por las lenguas glaciares. Me maravillé con las imponentes agujas graníticas de las Torres del Paine y del Fitz Roy, la masiva silueta del monte Fátima, recorrí innumerables rincones del altiplano descubriendo tesoros en forma de lagunas, santuarios de vida allá dónde toda lógica negaría la posibilidad de ella, vastas pampas a más de 4.500 metros de altura gobernadas por un ingobernable viento, llanuras de sal directamente sacadas de la ciencia ficción dónde la mente queda tan alterada por lo increíble del lugar como la vista por lo cegador de su blanco, caminé por encima de los 6.000 metros pisando nieves perpétuas, milenarias, escalé volcanes perfectos que deparan sorpresas en sus cráteres, ví el sol teñir de rosado estas moles de roca y hielo en inolvidables amaneceres y de naranja en los mágicos atardeceres, sufrí tanto ascendiendo sus laderas como me emocioné con las vistas y sensaciones que ofrecen sus cimas y aún más disfrute sus interminables y salvajes descensos.




¨Chupando¨ cámara a unos milímetros del glaciar, mágico...


Tantas cosas pasé en la espina dorsal de esta América que visito que creía, deseaba, conocer todos sus secretos, pero no, claro que no, siempre faltan cosas, un compendio, una guinda al pastel.





Una panorámica de la cara oeste del Ausangate y valles adyacentes (clickar para augmentar)


Y se trata de una sóla montaña, circumvalada por valles de lo más diverso, un lugar isolado, salvaje, dónde por cada alma humana existen mil animales, dónde uno puede deleitarse con las crestas nevadas flotando sobre las calientes aguas que nos regalan las entrañas de la Tierra. Ausangate, un lugar realmente especial en esta tan impresionante Cordillera de los Andes.



El azul del cielo, el verde del pasto, el blanco de las nieves y el colorao de la tierra combinan a la perfección...


En poco más de tres días vamos a dar la vuelta a la montaña, algo más de 80 km., voy acompañado de Grant ( ciclista Australiano), de Vanessa ( Quebecoise reencontrada en Cusco y ya de vuelta en Canadá) y Adeline ( antropóloga-?- francesa). Para la ocasión contratamos a un simpático arriero, Saturnino ( rápidamente apodado Jean Pierre) quien nos acompañará junto a su caballo Ronnie ¨el sherpa¨( portador de todos los bártulos). Hay que sobrepasar tres pasos a más de cinco mil metros y otro más a 4800.


Lagunas, glaciares, picos de roca... la diversidad y belleza del lugar impresionan de veras



Poco os contaré acerca de los paisajes pues qué mejor que algunas de las cientos de fotos que saqué para que os hagáis una idea de la magnitud de los glaciares, de lo próximos que están para el simple mortal que por ahí pasea ( el ir sin mochila permite salirse siempre del camino para ascender a las crestas), y de la belleza del entorno del pico Ausangate y sus más de 6300 metros de altura.


La historieta de cómo evolucionó la relación con el arriero Saturnino si es digna de ser leída, creo, porque el asunto acabó en unos de las noches más bizarras del viaje, sin duda. La cuestión es que teníamos un libro de trekking ( en francés) y cuando se nos presentó el tal Saturnino, pues que a mi me sonaba, y contratado quedó. Nos empezó a vainar cuando no nos dejó otra opción que comprarle a él un plástico ( a precio de ¨oro¨) para que las mochilas no se nos mojaran ante la inevitable lluvia que nunca llegó, siguió puándonos al avisar a un lugareño de que íbamos a las aguas termales, lugareño que hizo las veces de cobrador del frac, sin tiquet claro.




Contento en el atardecer sobre el cerro de los tres picos


Pero el momento ¨caliente¨ del viaje llegaba con el pueblito de Upis, famoso entre los mochileros por los robos que en él suelen acontecer, especialmente de botas y material de montaña. A pesar de estar a 8 horas y tres collados del mismo, Saturnino, o Jean Pierre, tenía una confianza ciega en que llegaríamos allá: ¨ya veremos¨ decimos nosotros, ¨caminaremos sin prisa, nomás¨. El hombre empieza a ponerse nervioso y se queja de que estamos caminando mal, usea, lento. Por primera vez en tres días no nos espera en absoluto y va tirando millas por unas horas. Después de comer nos plantea qué, o dormimos allá y llegamos a Upis al día siguiente o vamos hacia el pueblo del tirings. Avanzo un poco junto a él y le informo de que no queremos dormir en Upis, que buscaremos un campamento en la pista.





Campamento nocturno, el glaciar de fondo y el telón de estrellas son de ensueño


Tras un rato de nuevo malhumor ( le cambiamos los planes) vuelve a sonreír, conoce un ¨buen¨ lugar para dormir. En la cima del último collado del día lo vemos charlar con unos jinetes que aparecieron de una lejana estancia y cuando estos se van le decimos que ahora sí, que queremos dormir en el pueblo. Su actitud cambia de forma increíble, agarra un cabreo de mil demonios, le teníamos que haber avisado antes, el caballo está muy cansado... Tenemos ya serias sospechas de ¨que algo se cuece¨ entre Jean Pierre y los habitantes del lugar y cuando montamos campamento no se soluciona nada.




El menda y la montaña


El tipejo está muy nervioso, está dando vueltas, mirando a las carenas como buscando a alguien, pasa toda la cena sin decir palabra y cuando cae la noche, tachán, dice que va a buscar un lugar para que el caballo coma, pilla su mochila y desaparece entre las brumas andinas.





La alargada sombra de las alpacas nocturnas


Ahí sí que no tragamos, tras unos minutos de discusión entre nosotros, acordamos salir de ahí por patas: no conocemos el camino, no hay luna y estamos muy cerca de un río y de cientos de humedales. Tras los que nos parece un buen rato de pateo llegamos a una esplanada dónde nuestras linternas iluminan cientos de ojos de alpacas, los perros guardianes se desgañitan ladrándonos y parece no haber ser humano que controle esa jauría animal. Error, ahí aparece Crispín, el ¨Sheriff¨ de Upis, el único habitante de la zona que no anda con sandalias y jersey de alpca sino con botas Gore Tex y Polar de marca. Sí, claro, el capo de los ladrones. Aunque la situación parece tan evidente que no pasa nada, dormimos en su casa, una sola pieza donde los 4 miembros de la família comparten cama y nosotros 4 compartimos suelo.


Los caminantes con la família del Sheriff, que se multiplicó en la mañana cuando los ánimos estaban ya relajaditos


En la bolsa de dormir yacen mis pocos fondos monetarios y mi preciada cámara, y a pesar de la inquietud caemos todos en los brazos de morfeo. A las 5 y media aparece Jean Pierre en la casa, pregunta qué pasó y sin pelos en la lengua le decimos un ¨no nos fíamos de tí, listillo¨, ya pasó el temor a que aparecieran cinco jinetes en la noche con pretensiones sobre nuestras propiedades, así que seguimos con Jean Pierre hasta el punto final del recorrido. Fue uno de los días más largos del viaje, caminamos por más de 8 horas, las tres horas que pasamos en el campamento fueron muy tensas así cómo el trayecto nocturno y la primera hora en casa del Sheriff, pero ya pasó todo, una historia más a contar.





El chorrito de agua a 40º grados inviata a un baño a las 6 de la mañana, con vistas de postal



Ya en Cusco, tras las birras de rigor, sale a la palestra de nuevo el libro de trekking, sí el que estaba francés, y la partida de caja es generalizada. En él habla de Saturnino, nuestro Jean Pierre, y de él dice bien clarito ( aunque en francés) que mejor no fiarse, que abandona a los turistas en mitad de la ruta, que intenta cobrar al principio para desaparecer y de que es un auténtico pirata. Coño, claro que me sonaba, con ese currículum.... algo habré de hacer para mejorar mi francés.
Una semana después no queda más que reírse, incluso regocijarse de tener otra buena anécdota de viaje y lo único de serio que queda de todo esto es lo impresionante que resultó este maravilloso trek del Ausangate, el mejorcito hasta el momento y el inicio de mi despedida de los Andes. Ahora los conozco un poquito más...


Y aquí está el tipejo... Mr. Saturnino o Jean Pierre, "el ratero"

4 comentarios:

Christian dijo...

BUeno ... Vaya con el francés ... Al final no ha sigut res ... Continúa així que vagi bé...

Mimi dijo...

Ei !!Jaime casi parecía una novela negra... ya me imagino los planos la foto del libro y los comentarios.... y cuando aparece "el malo" y vosotros inocentes.... y luego el sherif que no se sabe de lado de quien está.
Disfruta mucho y cudate!!!!
Me acuerdo mucho de ti un abrazo muy muy fuerte

Anónimo dijo...

Espero que te puedas pegar una buena cena como a tí te gusta este 24; y que esté más seguro que con el "ratero" ( vaya tela nen). Aquí todos te echamos de menos y es un poco duro pasar las segundas Navidades sin tí. Te queremos tu familia ( me voy a comer todos los bichos en tu honor)

Cesar Gomez dijo...

Jaime amigo, espero que tu paso por Manizales fuera tan grato como para nosotros tenerte aqui, se que desde que entraste y viste la Bandera de Catalunya te sentiste como en casa!!! Ana espera que su postre de Cafe te gustara y manda muchos saludos, Macaco te espera por Brasil algun dia, Y yo mi hermanaso solo te puedo decir que pocas personas pasan por la vida de los demas con tanto sentido como el que dejaron Pacho y vos. Aqui hay un refran Antioqueño muy utuluzado por todos !!ARRIEROS SOMOS Y EN EL CAMINO NOS ENCONTRAMOS!! Viejo jaime ya nos veremos por hay en este mundo tan chico ya sea vos por hay recorriendolo nuevamente en patines o tabla yo que jajaja..pero ya nos veremos Un gratos saludo desde Colombia Tierra querida..Y sabes que por aqui te esperan tres muy buenos amigos Salut!!!!