El Ecuador, décimo país americano donde pongo los pies ( noveno por dónde rueda mi bici). Sólo voy a conocer de él su parte norte, la que va de la frontera colombiana hasta Quito, algo menos de 300 km. de terreno montañoso; aunque esté casi siempre por encima de los 2000 metros decir que estoy en el altiplano de nuevo sería totalmente falso, alto sí pero plano no hay un metro. A esta altura, en esta época del año y a esta latitud ( cercana a cero, claro) la humedad es insoportable, llueve cada día y si no lo hace da lo mismo, en unas pedaladas está uno completamente empapado en sudor, sudor calientito cuando se escalan las duras pendientes, helado cuando se desciende.
A punto de cruzar la frontera Colombia-Ecuador, pinché en zona de nadie...
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Con tanta humedad el paisaje es totalmente verde, se suceden lagunas y campos de cultivo multicolores, todo bordado por la vista nublada de los volcanes, que debe ser precioso en verano. A diferencia de los otros países andinos, el Ecuador, el ecuatoriano, es limpio, tranquilo, sin bullicios, ordenado, pacífico; si hubiera seguido una ruta lógica este país hubiera servido de transición natural desde el Perú a Colombia.
Tras cruzar con la bici el Ecuador terrestre sin ni enterarme ( no, la línea no está pintada sobre la tierra}entro a Quito desde el norte, la verdad una de las entradas a ciudad más tranquila del viaje a pesar de los sudores y las cuestas. Voy a alojarme en la casa de Crisa, con sus hijos Cami y Anaiti, otra casa de ciclistas y van... como siempre la atención es de lujo y es mucho más fácil llegar que marcharse.
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Cami, Anaiti y un servidor
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Además Quito va a ser lugar de reencuentros; en primer lugar y tras más de seis meses sin verles el pelo me reúno con Yves y Gaël, los SiOnJouait, con quien había pedaleado en Argentina, norte de Chile y Bolivia aparte de compartir con ellos pantuagrélicos banquetes y muchas risas; con ellos conocí a Virginia, otra loca viajando en bici por estas tierras.
La expedición "ciclistas sin bici" nos acercamos a la mitad del mundo, a la línea ecuatorial sitio de un museo interesante. Sobre el ecuador nos hacen algunas demostraciones, por ejemplo es posible parar un huevo sobre un clavo, algo que nunca me había entretenido a probar en ninguno de los dos hemisferios pero que al parecer es imposible; también nos hicieron la demostración de cómo gira el agua del water: en el norte en sentido de las agujas del reloj, al sur hacia la izquierda. Y sí, claro, sobre el Ecuador el agua baja del tirón, sin girar a ningún lado.
Virgínia, Cristina, Gaël, chó e Iván; a nuestros pies, la mitad del mundo
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Tras una cena de despedida los SiOnJouait volaron hacia Europa tras año y medio rodando por acá, Virginia se fue a Buenos Aires buscando la Paagonia y Crisa y yo fuimos para Baños, ciudad turística algo más al sur dónde Crisa tiene una casita espectacular; allá encuentro a Anna, una catalana que lleva 8 años viajando con Pablo por el mundo, un gusto poder hablar algo de català tan lejos de casa. Con Crisa hicimos la ruta de las cascadas, precioso descenso hacia la cuenca amazónica, rodeados de verde y de agua, aunque después tocó subir, claro!
Una de las innumerables cascadas de la ruta Baños- Río Negro
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De nuevo en Quito, nuevo encuentro con Philippe y Anna, dos ciclistas dando la vuelta al mundo, con ellos había compartido las navidades en Cusco. Unas birras, algo de comer y la visita al museo de Guayasamín, uno de los mejores que nunca he visto, un compendio del sufrimiento del pueblo americano plasmado magistralmente por el pintor Quiteño.
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Las torres de la basílica desde la cubierta de la nave principal
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También nos dimos unos garbeos por el centro colonial, Patrimonio de la humanidad y según cuentan las crónicas la ciudad colonial más antigua de américa; las callejuelas empinadas y las bellas fachadas son bien típicas aunque la palma se la lleva la basílica moderna, es posible pasearse por todo su interior, incluso subir a las torres por empinadas y muy poco seguras escaleras, buenas vistas y con restaurante incluído, la fe encontró otro negocio...
Las empinadas calles Quiteñas
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Con pocas ganas de marchar, estoy sacando la bici de casa cuando en la radio anuncian un buen concierto para esta noche, no problem! Se cierra la puerta, conmigo dentro claro, a Crisa y su familia parece no importarle que me quede una noche más y yo, que llevo un mono encima de música en directo que ni te cuento, la mar de contento.
Anaiti, haciendo el "mono" para la cámara