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martes, 18 de marzo de 2008

Desde Quito, vuelta a Colombia

Tras una velada con los Bossa´n ´Stones muy fina, no tocaba otra que volver a la burra para regresar a la ya amada Colombia, esta vez intentando rebasar la linea ecuatorial de forma más permanente ( voy a establecerme por un tiempo en este hemisferio norteño, de nuevo) y consciente, porque del anterior cruce en bici ni me enteré.



Paisaje ecuatoriano, mucho verde y bellos volcanes

Para tal empeño tomé la carretera que pasa por Cayambe dónde el señor Cristóbal Cobos, astrónomo, ha tenido a bien disponer a todos con un monumento representativo de lo que es la linea divisoria de hemisferios, de nombre Quitsato.


Sobre la linea del ecuador

El lugar está bien interesante, es una representación ( más o menos a escala) de lo que viene a ser el planeta tierra, con el ecuador en el centro ( claro) y con las lineas de los trópicos y de los círculos polares echas con piedras blancas, así el monumento puede ser apreciado y comprendido desde el aire; sobre la linea del Ecuador se pueden hacer las típicas bromas del ahora hemisferio norte, ahora hemisferio sur ( de esas que Homer podría repetir un millón de veces) o perfomances más artísticas como la sugerida de un tipo comiendo en el hemisferio norte al tiempo que "caga" sobre el sur ( sugerida por mi pero todavía no interpretada, que yo sepa...).

La representación ( la de las lineas y piedras, no la otra) es un calendario solar que indica equinoccios y solsticios, y en el pirulo este naranja que podéis apreciar en la foto hay un espejo que recibe la luz solar sólo durante dos segundos al año, un segundo en cada equinoccio cuando el sol pasa totalmente perpendicular a la tierra y a una velocidad de 1.700 km/h ( no hará falta decir que lo que gira no es el Sol, no?), notar por ejemplo que, a Catalunya, en el equinocio la sombra del sol se mueve a "sólo" 900 km/h y la velocidad teórica en los polos es cero.

Por eso es que aquí la noche "cae a plomo" y del: "uhm, empieza la puesta de sol" al " ya no se ve un carajo" no pasa demasiado tiempo ( nota para el que vaya por ahí con una bici y no se decida a acampar acá o allá...).

A mi que lo que me cuesta es levantarme y seguramente por eso me perdí un encuentro bien interesante, resulta que Mr. Heinz Stucke andaba por estos lares; qué quien es ese? pues ni más ni menos que el gurú en esto de los viajes en bicicleta, vaya que el hombre a sus 68 años lleva 46 dando vueltas al mundo en bici, mis amigos Ana y Felipe sí lo encontraron y es todo un personaje; otra vez será.

Así entré de nuevo en Colombia, ahora para quedarme más ratito, recorrer su carretera Panamericana de Sur a Norte ( aunque después se cambian planes, claro) y llegar al mar del Caribe, que suena muy bien...










Frontera cerca de Ipiales

jueves, 21 de febrero de 2008

Colombia II parte: Neiva- San Agustín

Tras sacar un montón de fotos en el desierto de la Tatacoa el destino era Neiva, dónde me iba a recibir Julio, hermano de Elcira amiga y compañera en Barcelona; contacto con Julio cuando estoy a unos 20 km. de la ciudad y me dice que el tiene una reunión en una hora; o me apuro o no llego así que toca pedalear tan fuerte como pueda.

Llegar, llego a tiempo pero tras las presentaciones me doy cuenta que me falta una de las alforjas. Pánico! Ahí llevaba la tienda de acampar, la cocinita con todos los útiles para cocinar, un cuaderno de viajes y uno de mis dos jerséis, vaya casi ¼ parte de mis cosas. Repaso mentalmente la etapa y tengo claro que en el punto desde el que llamé tenía todo en orden; en esos 20 km. de asfalto sin baches se me debió caer la bolsa de la bici y ni me enteré, algo realmente extraño por el peso de la bolsa y el ruido que debería hacer tamaño bulto al impactar con el suelo. Tras la desesperación inicial me doy cuenta que no hay nada que hacer, lo perdido, perdido está. Aún así regreso al día siguiente sobre mis pasos preguntando a la gente sobre una bolsa negra con útiles de camping; nada.


Saliendo de la Tatacoa, todavía con todo el equipaje...


Con el sabio consejo de Francisco llamó a las radios locales, los taxistas y las gentes de los puestecitos a pie de carrtera siempre están en sintonía radiofónica y quizás su solidaridad me eche un cable. Yo quiero poner el aviso sobre mi bolsa..perdida ......Julio, mi anfitrión en Neiva..................pero los de la radio aprovechan para hacerme una entrevista; como es eso de viajar en bici – preguntan. Gratificante pero duro, más ahora sin las cosas que perdí a la entrada de Neiva por la carretera desde Torrecillas; ya y que te parece Colombia amigo viajero. Los paisajes muy lindos y la gente muy acogedora, espero que con su amabilidad y solidaridad me ayuden a encontrar mi bolsa, que perdí en la entrada a Neiva por la carretera de Torrecillas; y así os podéis imaginar, a cada pregunta yo metía. cucharada en el tema de mi bolsa perdida pero nada, no hubo suerte y al que le cayó en las manos mi material no parece gustarle la radio o parece que le gustaron los regalos.

Tras pasar un día con Julio y su familia y amigos ( que me trataron de lujo) de comida en comida, paseando por la orilla del Magdalena y conociendo algo de las historias de la Gaitana, salgo de nuevo a la ruta con mi capacidad de autosuficiencia bastante mermada: no puedo cocinar y si se pone a llover no tengo techo; tocará estos días buscar un hostalito y parar a comer en la carretera algo más consistente que las galletas que llenan una de mis alforjas.
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El río Magdalena en su camino hacia el Caribe


Tras recorrer más de 600 km. en una semana llego a Pitalito agotado, medio muerto por mi falta de costumbre ciclista y un pequeño virus con su fiebrecilla y sus dolores óseos me atrapa tres días en cama, descanso obligado antes de llegar al parque arqueológico de San Agustín.
El valle donde se asienta San Agustín es el más turísitco del Sud de Colombia, vaya el único lugar donde encontrar otros "gringos" paseando, y no son pocos. La razón no son únicamente los bellos paisajes y el calor humano de los colombianos, aquí se asentó una civilización antiguísima, los Sanagustinianos, tan vieja que su nombre es un sinsentido, no existían santos por aquella época, al menos no Vaticano que los hiciera públicos y oficiales.

De estos tipos poco se sabe ( vaya, como siempre), al parecer vivieron aquí desde el S. XIII a.c. y su mayor legado va estrechamente ligado a la muerte: los muertos eran enterrados a unos 5 metros de profundidad y sobre ellos hacían un montículo de tierra bien alto; el recinto era decorado con distintas estatuas, de las más interesantes que se pueden encontrar en América latina, que representan escenas de la vida cotidiana. El parque está bien cuidado aunque falta un poco de explicación. Se puede averiguar más aquí.


Pero no sólo se visita el Parque arqueológico que incluye un pequeño museo y tres montículos, todo regado con un sinfín de estatuas. También se pueden visitar otros centros arqueológicos como el de Obando, con más tumbas o llegar hasta Isnos dónde hay más estatuas.


También se puede acceder al nacimiento del río Magdalena, el más largo del país, al que ví nacer por estos lares y al que, si todo va bien, veré desembocar en el mar del Caribe; pero para eso Mujer en parto....... quedan muchos kilómetros de viaje...





"Escenas cotidianas": un pájaro comiendo culebras, el guapo del pueblo y la versión lítica del Kamasutra

El río Magdalena cerca de su nacimiento, en el valle de su estrecho

Para acabar con esta primera etapa en Colombia tomé un bus ( ejem...), primero porque me habían dicho que la ruta destapada era considerada zona roja ( aunque parece bastante segura), segundo porque quería encontrarme con unos amigos en Quito y al ser una carretera de ida y vuelta ( volveré por mis trazas después) pues bajo un trozo en bus, otro en bici, subo un trozo en bici y otro en bus. Total que ya estoy en el Ecuador

sábado, 2 de febrero de 2008

Pedaleando Colombia: de Bogotá al desierto de la Tatacoa

Tras un tiempo largo, muy largo, sin mucha bicicleta tocaba ya salir de nuevo a la ruta, no es cuestión de apalancarse más aunque la hospitalidad de Francisco en Bogotá invitaba a ello; echando cuentas, desde que me fuí al mejor campo de trabajo mundial, el de Paraguay, no había pedaleado ni 2.000 km, y de eso hace ya seis meses...

Tras una última visita turística a la impresionante Catedral de Sal de Zipaquirá ( excavada a 180 metros bajo tierra y con tres naves inmensas, todo de sal) tocaba salir a las calles, no en vano había escogido el domingo para salir de la gran ciudad.

Domingo es sinónimo de bici en Bogotá, así que de nuevo disfruté de esta experiencia maravillosa que es la cicloruta popular bogotana, está vez con la burra bien cargada, lo que no deja de llamar la atención del otro millón largo de ciclistas que deambulaban por ahí. Con la magnífica escolta de Francisco y algunos ciclistas del lugar, nuevos amigos, llegamos a la salida de la ciudad, de nuevo la carretera, de nuevo la libertad del viaje en bici.


Miguel, Rodolfo, Jose Luis, Francisco, Mireya, Ana y un vagabundo que se coló en la foto...


Francisco me acompañó unos quilómetros más y sólo faltó segundo y medio tras nuestra despedida para que los colombianos me empezaran a demostrar lo fácil que puede ser viajar por este país; sin haber arrancado tras el abrazo con Francisco y mientras este se perdía tras una curva, para un auto a mi lado y tras el questionario de rigor me invita a visitar su finca en el centro del país, tardaré en visitarlo pero ya me ha cargado las pilas de forma muy positiva para empezar.

Un ratito después un coche se para en el arcén y me regala unas naranjas, subo la primera tachuela y no veas cómo noto la falta de costumbre ciclista, avanzo como un caracol. El descenso es espectacular, desde los 3000 metros debo descender a prácticamente 0, estoy sólo a 5° norte del Ecuador y la vegetación se vuelve bien selvática a medida que desciendo; el calorcito, que al principio me parece rico, será mi infatigable acompañante y mi mayor tortura en los días venideros. Llegando a mi primer destino, Fusagasugá, aparece otro ángel de la guardia, Jairo, salió a entrenar este domingo y tras un poco de conversa me encuentro en su casa, la hospitalidad de esta gente es increíble!

En los días venideros se va repitiendo la historia, gente amable que me invita a tomar un zumito, a morder unas frutas o simplemente me animan desde los coches. El sol es totalmente inclemente y la temperatura no baja de los 30°, junto a mi falta de forma física me deja destrozado día a día. Al llegar al pequeño pueblo de Velú la hospitalidad ralla lo surreal; tras encontrar a Germán en la ruta y pegarme una cena de infarto preparada por su mujer, nos dirijimos a "dar una vuelta" por el pueblo, y acabamos tomando unas birras nosécuantos y todos haciéndome preguntas; por la mañana procesión de casa en casa para tomar café, seguir charlando y despedirme de todos. Un pueblo lindo , con una gente increíblemente amable, os invitan a los que queráis a sus fiestas del 20 de Julio; queda dicho.



Don Germán con su esposa y la pequeña Catalina, el de siempre y la bici
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El atractivo paisagístico de la región es sin duda el Desierto de la Tatacoa; a medida que me iba acercando a él se me hacía más extraño que por ahí iba a encontrarme con una zona árida, deambulaba a orillas del Magdalena y la vegetación era abundante aunque el calor no tenía nada que envidiar al del Sáhara...
Evidentemente el mapa no estaba equivocado y poco a poco la vegetación fue desapareciendo, las piedras se hicieron polvo y plas! ya estaba en el desierto de la Tatacoa ( nombre indígena que viene a decir algo así como: serpiente que si te muerde...cagaste!).
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Un lugar muy bello, ya sabéis mi teoría sobre estos sitios, mejor algunas imágenes que mil palabras...



martes, 20 de noviembre de 2007

De vuelta a los Andes: del Colca a Cuzco

Toca irse ya del lago y adentrarse una vez más en la cordillera de los Andes, mi próximo objetivo es visitar el cañón del Colca, dicen el segundo más profundo del mundo ( el primero sería su vecino cañón del Cotohuasi) y "una de las maravillas naturales del Perú". Pues nada, si eso dicen, para ahí voy.


Flamencos en las lagunas altiplánicas

Me reencuentro con viejos paisajes ya conocidos, desérticos, sólo rocas y un pasto amarilento que sufre la increíble radiación solar por la mañana y las heladas de turno cada noche, un lugar inhóspito que al no ser reclamado por nadie se lo apropió el viento, que sopla con una fuerza por desgracia ya familiar para mi.

Ya no se me hace extraño transitar por collados cercanos a los cinco mil metros, en 6 días cruzo 5 pasos por encima de los 4500 en un constante subir y bajar; es curioso como cambia la percepción de las cosas, hace seis meses me parecía increíble subir el Abra del Acay y ahora al coronar pasos de la misma altura apenas me paro unos minutos para abrigarme, "construir" la apacheta correspondiente ( montoncito de piedras en la cumbre, en honor a la montaña) y contemplar el novedoso valle que se me abre en frente y pa bajo.

Circulando a 4.800 metros, y tan ancho...

En este tramo la gente es algo más amable pero a la que se conversa un poco uno se da cuenta que hay una verdadera obsesión por el dólar, por el dinero de los extranjeros. Mi matrona de hostal se medio escandaliza cuando le pido usar su cocina, "tu tienes dinero para ir a un restaurant" y cuando al fin accede no para de preguntar cúanto vale cada cosa, pero señora que esto es una olla de aluminio, no vale ná! No hay manera, soy, a ojos de todos, un super millonario de vacaciones, y ya me harté de desmentirlo. Aún así sigo con mi espartano presupuesto.

En cambio recorriendo el valle de Yauri todo son sonrisas y buenas palabras, toca hacer un poco de vida social y detenerse frente a cada casa a charlar un poquito, y quien se puede negar si desde la puerta te preguntan con una enorme sonrisa en la boca? Más fácil sería reunirse en la plaza del pueblo pero aquí la gente vive bastante dispersa, así que toca pararse cada 300 metros, qué cambio de un lugar a otro!
"Infiltrado" en un desfile escolar. Chivay- Cañon del Colca

Novedad en esta etapa del viaje es mi aprendizaje en matería meteorlógica. Ha llegado la época de lluvias al sur de Perú y parece que es obligada una tormenta al día, al ser tan grandes aquí los valles uno las ve venir de lejos y comienza el juego: viene para aquí o se va para allá? Siempre viene, claro; toca entonces decidir la estrategia, o seguir adelante esperando encontrar un refugio ( aunque casi no vive nadie por aquí hay un montón de cabañas de pastores en desuso en esta época) o volver atrás o quizás si me quedo quieto me mojo algo pero no me pilla la tormenta. Las opciones son varias y aúnque me mojé un poco cada día siempre pasé los peores momentos bajo techo ( un día compartido con una vaca que no se quería mojar).




Y es que poca broma con las tormentas andinas, en questión de minutos paso de estar en manga corta sudando la gota gorda cuesta arriba a ir tapado hasta las cejas buscando como loco un techo que me protega del granizo, porque a estas alturas no llueve mucho: o piedra o nieve.



Tras la nevada, salió el sol. Una magnífica mañana de bici...hasta la tormenta de mediodía

Y cuando tienes la tormenta encima es impresionante, rayos a mansalva y truenos que ensordecen durante más de un minuto, por suerte a lo largo de la pista había una linea de alta tensión, que siempre tiene más opciones de que caiga ahí el rayo, o eso creo vaya.

El Valle del río Colca, antes de que se "encañone"

El cañón de Colca, aparte de sus bellezas naturales, está salpicado de pequeños pueblos a cual más tranquilo y bonito, a destacar que todos ellos están siendo arreglados por el Ministerio de Asuntos Exteriores de España, así que ya tenéis excusa para venir a ver esto, lo estamos financiando todos. Fue un placer visitar sus miradores, ver el majestuoso vuelo de los cóndors ( aunque no tan de cerca como suele ser habitual) y caminar por sus senderos aunque no bajé del todo al río, la subida de cerca de 4 horas me tiró para atrás aún así baje casi la mitad de los 3000 m. del cañón.

Aquí ya con una profundidad considerable...

Y saliendo del Colca y en mi camino a Cusco me dí un buen hartón de bici, desde La Paz le estoy metiendo caña, os lo digo. Mi última jornada ( la de hoy, vaya) ha significado récord kilométrico, 150 en 8 horas de pedaleo para llegar a Cusco, de la que ya os hablaré otro día.

Titikaka III: Islas Uros

Catedral de Puno, puerto hacia las islas Uros

No hay dos sin tres y por lo tanto todavía quedaba explicar algo acerca de este maravilloso lugar. Mis primeras pedaladas por Perú, octavo país de mi periplo americano, no fueron las más brillantes, travesando poblados semi-desérticos con sólo algunos niños que me gritaban "Gringo" ( guiri) o " Dame plata", incluso alguno tiró alguna piedra que por fortuna no llegó a destino... Además han sido innumerables los avisos de otros viajeros acerca del Perú: que cuidao que son muy ladrones, ojo con la bici, nunca dejes la tienda sola... Junta ambas cosas y tendrás a un ciclista descontento, con pocas ganas de saludar o charlar y dedicado plenamente a la bici.

También hay buenos chicos en Perú. Versión local de los "amo a Laura", grabando video clip...

En mi primera parada peruana, Juli, ya me cabreo: acostumbrado a que los niños me señalen por la calle ( mira mamá que barba) no consiento que sean los adultos los que se rían en mi cara y cambio algunas malas palabras. Me voy al hostal maldiciendo al Perú, para que os voy a engañar. Con los días veré que no todo es así y que por estos lares pasan mogollón de guiris en bus pero ninguno para en esos pueblos, así que los amadísimos y veneradísimos dólares pasan, sobre ruedas, delante de sus narices y ná de ná. Así que el pobre ciclista paga los platos rotos.

También tube sol, muchísimo sol en estas etapas, a pesar de la crema solar me he quemado totalmente y todavía hoy, una semana después, me siguen cayendo tiras de piel requemada, muy a saco como azota aquí Lorenzo.



Así es una isla flotante de Totora


Llegó la modernidad: cámaras digitales y paneles solares

Fuera rollos, la llegada a Puno, ciudad turística es mucho más tranquila, sonrisas, "amigo ven a mi hostal" y esas milongas, bueno para recuperar la esperanza en un país que me va a acoger ( les guste o no) durante un par de meses. El centro histórico de la ciudad es bien bonito aunque estoy aquí para conocer las islas Uros, un lugar curioso y verdaderamente único en el mundo. Son islas flotantes formadas a base de juncos de totora, una planta acuática que crece en el mismo lago.


Hambre no pasan los Uros, no

La historia de los Uros es curiosa, hartos de que las agresivas tribus vecinas ( los collas, los incas) los ostigaran decidieron comenzar una vida flotante, cortando la totora por las raíces, las van atando hasta formar grandes plataformas que recubren con más totora troceada, encima construyen sus casitas ( también de totora, claro) y se comunican con sus barcos de totora. El sistema es práctico a más no poder, aparte de escapar de las agresiones foráneas si te enfadas con el vecino ( cada isla alberga de 10 a 15 famílias) sólo hay que cortar unas cuerdas ( que sí, que son de fibra de totora), que la totora que hace de suelo se va pudriendo con el agua? pues nada, le echas un poco de tierra y ya tienes huerto.

El modo de transporte parece más cansado que la bici

En realidad, hoy en día esto es más un circo para turistas que una forma de vida aunque siguen viviendo en las más de trenta islas cerca de 3.000 personas aunque ya se perdió la "pureza" del pueblo Uro pues desde hace medio siglo hay matrimonios Uros-Aymaras y estos se dedican mayoritariamente a elaborar artesanías de totora para las hordas de turistas que visitamos las islas cada día. Pero vaya, sigue siendo un espectáculo ver a los locales remar para acudir a una reunión comunal o ver como "pescan" la pelota cada vez que esta va al agua, fútbol sobre totora.


En fin un paseo interesante y buen broche final para mi visita al lago titikaka, otro de los lugares que pasa a engrosar mi lista de favoritos. Me toca ahora afrontar, de nuevo, las cuestas de los andes y las duras condiciones del alto-altiplano.

sábado, 10 de noviembre de 2007

El Lago Titikaka I

El Lago Sagrado de los Incas, el Titikaka, era unos de los puntos más esperados del viaje y al mismo tiempo no quería llegar. Se trata de mi última parada Boliviana y aunque siempre da morriña dejar un país que has disfrutado, éste ha sido mi favorito.
Pero contemplar desde la Cordillera Real sus azules y tranquilas aguas me hizo quitar cualquier atisbo de sentimentalismo, me iba de cabeza al lago.
Uno soñaba con una circumvalación lacustre "estilo llac de Banyoles", todo llanito, obviando que el 90% de carreteras costaneras ( a todas luces mis favoritas ) son una sucesión constante de curvas y que el concepto "llano" se deja para el interior.



En los "toboganes" Titikaquenses se disfruta del especial micro-clima que crea el lago. Aunque parece increíble que esto se encuentre a más de 3.800 m. de altura cualquiera confundiría sus playas, el color azul verdoso de sus aguas, los cultivos que trepan por sus orillas e incluso los olores que desprende su vegetación ( mimosa i romaní a mansalva) con mi querido Mediterrani, nunca tuve la sensación de estar tan "en casa" en todo el viaje y es que uno puede negar sus orígenes, y los míos están estrechamente ligados a la costa, a los caminitos de ronda, al sol de la primavera-verano y aquí me encuentro totalmente en mi salsa.
Otro punto a favor de este lugar es la cantidad de eucaliptus que jalonan la ruta. Me encanta. Me recuerdan mucho a mis paseos por las carreteras costaneras de Euskal Herria donde el frescor del aroma eucaliptero invade todo.

Así de tranquilo, así de bello, es el Titikaka

También como en casa me hace sentir Marta, una colla que me obsequia con un trocito de su jardín, suficiente para plantar la tienda delante mismo del lago, del lujazo.
Es difícil explicar porqué uno escoge un hostal u otro, decide parar a preguntar a una persona u otra pero la verdad es que muchas veces la clavo. Algo cansado voy pasando pueblito tras pueblito ( que ya dicho de paso no tienen el encanto del entorno) y en una pequeña puerta se adivina algo así como una tiendecita; me acerc y dentro una señora de mediana edad no hace ni el gesto de sonreír cuando entro y levanta sólo ligeramente la mirada. Típica colla con dos enormes trenzas de pelo negro, superposición de jerseys y polleras ( faldas) que le dan un aspecto de súper-obesa, piel quemada después de años y años de exposición al abrasador sol altiplánico y la mirada distraída-ausente que caracterizan a la gente de campo. Tras la mini-introducción explicativa ( yo ciclista, vengo de Condoriri, busco lugar para dormir, preferiblemente camping, imprescindible que sea económico) su rostro cambia hacia la sorpresa y la alegría y, una hora después, me indica, me invita, me pide, me obliga, a que acampe en su jardín. En la charla se muestra entusiasmada con mi viaje, se sorprende y le apena un tanto que conozca su país mejor que ella, no tuvo oportunidades de viajar, ya sabes hijo: aquí a los 15 casada, a los 16 con el primer niño y a los 24 con cinco, uno , el mayor, murió a los 14 pero no tiene tiempo de lamentarlo, hay que criar a los otros cuatro, sacar el negocio adelante ( tienda, hotel y restaurante), cuidar de su madre y pagar los créditos. Cuando sale a la palestra el tema política se le llena la boca hablando de Evo, su salvador, el primer indígena presidente de Bolivia, el que mira por los pobres, el que los ayuda. En sólo dos años han cambiado muchas cosas, a peor para el 1% de ricos, y ya era hora, puntualiza. Y es una pena que Fidel ( Castro) esté tan débil, sino junto con Chávez arreglaban todo para los trabajadores. Pero tu hijo disfruta, tu que puedes, ay como me hubiera gustado andar por ahí con una bici o como fuera.
No me permite que le alquile una habitación de su hotel, pediste lugar para acampar y con lo grande que es el jardín, además en fin de semana sí que vienen niños a jugar, ahora está solito. Y que no, no te voy a dejar pagar nada, si hay espacio de sobra...


Javi, sonríendo al Paparazzi...


Su sobrino Javi Poke ( por los Pokemon...) se convierte en mi sombra, me ayuda a armar la carpa, investiga mi material de camping ( la linterna frontal "a lo minero" siempre triumfa) y quiere aprender y aprende, a sacar fotos con la cámara digital. Lo de la cocinita a gasolina lo supera y se va a dormir. El atardecer desde mi jardín privado es de los buenos, buenos.



Desde el muelle del jardín se observa este espectáculo


Por desgracia al día siguiente Marta no está en la tienda. Me atiende su marido, serio, seco, acepta con una mirada dura mi agradecimiento por la plaza de camping y con un "no se encuentra" acaba con mis indagaciones sobre el paradero de su mujer. Es muy habitual por aquí ( y por allá también, lo sé) que las mujeres sean excepcionalmente amables, conversadoras y preguntadoras, siempre que no esté el marido cercano, y que este sea más bien rancio.

martes, 6 de noviembre de 2007

Cordillera Real y Valle del Zongo

Panorámica de la Cordillera Real desde el campamento base. A la dcha. la lata que hace de refugio

Y llegó el momento de partir, de volver a pedalear tras mucho tiempo de inactividad, de dejar atrás La Paz y afrontar nuevas rutas en esta segunda parte del viaje. Para empezar nada mejor que un poco de montaña, ya que estoy me pongo en serio y la cordillera Real es el escenario ideal. Con unos 200 km. de largo y cincuenta de ancho alberga algunos picos de más de 6000 metros ( como el Illimani, el Illampu o el Huayna Potosí), su cara sud se contempla desde el altiplano ( La Paz y el Lago Titicaca) a 3800 de altura y su cara norte desde los Yungas, a 1000, lo que convierte a las rutas Sud-Norte en los descensos más bestias del planeta, pero primero toca subir, claro!


El cementerio minero con el Huayna Potosí de guardián

Desde La Paz primero al Alto y en media hora uno está totalmente alejado de cualquier indicio de civilización, sólo roca y un paisaje montañoso cada vez más bello. Voy acercándome al Huayna Potosí, el 6000 más cercano a la ciudad, y su visión me va cautivando poco a poco... mi primera etapa concluye a sus pies, a 4.700 m., y no puedo dejar de informarme acerca de las condiciones para subir. Se necesita un guía y alquilar material de alta montaña y para una persona sola sale por un ojo de la cara. Así al día siguiente me conformo con subir al campo de altura ( 5.200) y admirar de más cerquita el pico y el circo glaciar. Por aquí se tendrían que acercar el amigo barbudo Don Mariano y su amiga Esperanzita y ver el espectacular regreso del glaciar, en 20 años perdió cerca del 25 % de su masa de hielo. Calentamiento global? cuentos xinos, si en Madrid sige haciendo frío!




Con la idea de la cumbre en la cabeza vuelvo para abajo, a la bici y al Valle del Zongo. Y eso que es? pues una de las bajadas a lo bestia que os decía, en hora y media bajé de los 4.800 a los 1800, aparte de la diversión que es avanzar sin esfuerzo es increíble ver como cambia la vegetación y la temperatura , de paisaje lunar rocoso a jungla, de un par de grados positivos a más de 20° con una humedad tremenda. En los primeros 4 km y medio más de 500 m. de desnivel, a saaaaco!

Y no bajé más porque se puso a llover, sino en media hora más me planto por debajo de los 1000. Increíble! no veas como duelen los dedos de frenar continuamente porque la pendiente es tan fuerte que uno corre el peligro de envalarse y, en alguna de las cientos de curvas de herradura, tomar un atajo demasiado rápido...


Vegetación selvática, cascadas...y yo aún con la chaqueta



Tras la anterior noche helada esta la paso calentito pero con la presencia demasiado cercana, para mi gusto, de cientos de insectos, entre ellos vi algún escorpión...




Para subir, no os engañaré, tomé una fragoneta, en la que nos acomodamos 20 tipos, todos de la zona y todos haciendome comentarios medio en castellano medio en Aymara, medio simpáticos medio sarcásticos, uno no sabe que pensar cuando le dicen: " te pareces al Che Guevara...por cierto, lo mataron acá en Bolivia!" y estallan las risas, y le siguen otros comentarios en la lengua milenaria, vete a saber...



Vuelvo a bajar en el campo base y voilá! hay una francesa-española, un alemán y una suiza que en un par de horas suben con un guía hacia el Huayna. Negocio un buen precio ( mucho menos de la mitad de lo que se suele pagar) y me uno a la expedición. Así, sin comerlo ni beberlo, me veo subiendo por el mismo sendero que ayer, ahora cargado con piolet, crampones, botas plásticas, arnés y cuerda, no sé muy bien dónde me estoy metiendo, mi experiencia en alta montaña con nieve se limita a las invernales en Amitges con Uri, Iván y Javi y por aquellos entonces el contenido de mi mochila era muy distinto...


El camino hacia el campo de altura es espectacular



Resumiendo, tras llegar al campo de altura nos instalamos, cenamos algo ( a las 6 de la tarde) y el guía me hace "5 céntims" de lo que me espera. Seran entre 5 y 6 horas de subida, esta se hace de noche (salimos a la una de la madrugada) porque sino la reverberación solar es demasiado fuerte, todo lo que queda es sobre nieve y hielo y aparte de caminar hay un par de palas a escalar. Que como se hace eso? No te preocupes español, me dice, mañana a las cuatro de la madrugada te lo explico...Tras una de las mejores puestas de sol del viaje, al sobre a dormitar un poco ( a esa altura cuesta) y enseguida suena el despertador, son las doce. Es sábado y pienso que si estubiera en casa sería la hora de la primera birra post-cena pero ahora toca desayunar y vestirse: dos pares de calcetines, pantalón térmico, pantalón de Sky, camiseta, dos jerseys y chaqueta. De complementos dobles guantes, gorro y las botas de nieve, pero sino me puedo ni mover!


Encordado, piolet en mano y la cumbre a la vista



Andando como el muñeco de Michelín, salimos fuera y la noche es magnífica, las estrellas lucen imponentes y parece que la Pachamama aprueba nuestro intento de conquistar su montaña. Puestos los crampones empezamos a pisar nieve y a ganar altura. Las primeras dos horas son tranquilas hasta que llegamos a la primera pala. Español, hay que clavar piolet y punta con los crampones. Ok, clavar el piolet y propulsarse hacia arriba es ( relativamente ) sencillo, pero para desclavarlo del hielo uno se deja el alma...
Cada vez más cansado ( es sólo mi tercer día de "acción" tras tres meses de vacaciones) se acerca la cumbre y el guía, un machista empedernido, no para de meternos miedo para intentar que Isabel ( la chica francesa-española) se baje. No lo consigue y afrontamos, ya con los primeros rayos solares, el último tramo, qué con la emoción de la meta ya cercana, se hace más liviana. Tras cinco horas y media pisamos cumbre, 6.088 metros!


A 6.088 metros, cumbre del Huayna Potosí. Nanu, te la dedico, t´hagués encantat!



Los primeros minutos restamos en silencio, a todos se nos caen las lagrimillas de emoción, y la contemplación del paisaje deja sin habla: toda la Cordillera, el Lago Titicaca, la ciudad de La Paz y el Alto, el volcán Sajama al fondo y el valle del Zongo cubierto de espesas nubes, y nosotros por encima de todo ello. Impresionante! Abrazos, felicitaciones y andando que es gerundio ( y que a pesar del sol, hace fresquito).La bajada la hacemos rápido, el calor aprieta muy fuerte y si la nieve se ablanda el avance se hará penoso, por eso hay prisa y no puedo sacar muchas fotos. Una lástima porque ahora puedo ver por donde subimos hace sólo unas horas, entre grietas de hielo azul y pasos realmente empinados.
En tres horas y media estamos a bajo del todo, comida y despedida con Ralf, Isabel e Isabela, últimas anécdotas de la escalada y cada uno para su lado.
Yo no quiero quedar ahí otra noche y aunque estoy cansado agarro de nuevo la bici y la cabra pal monte! Un puerto de más de 10 km por encima de los 5000 puede conmigo y a un kilómetro de la cumbre, rebentao tras 9 horas de pateo y dos de bici, veo un llanito que va fetén para plantar la tienda, jalo algo y bona nit 15 hores!




"Huyendo" de la Cordillera Real


A la mañanita siguiente temprano, trastos a la burra y en marcha, transito por unos valles espectaculares y totalmente salvajes, en las dos horas de ayer y las primeras 4 de hoy no veo un alma humana porque llamas haylas por doquier. Por fin llega la bajada, un pueblo, la carretera y vía libre hacia el Titicaca.Circulando por la parte de atrás del HuaynaLas llamas me acompañaron en la trans-cordillera

martes, 9 de octubre de 2007

Parabero en el Beni

Sin saber muy bien ni cómo ni porqué estaba llegando a principios de Setiembre a Trinidad (Trini pa los amigos), a enrolarme como voluntario con la World Parrot Trust para la defensa ( a muerte!) de un simpático lorito, la Paraba Barba Azul, tan simpática que algunos la quieren tener en casa y tan maja que muchos quieren sus plumas para adornarse ( aunque en apariencia poca pluma hay por aquí...) y por ello está en peligro de extinción.
Así que pasé algo más de un mes de Parabero (dícese del que trabaja con las parabas=loros grandes) en diferentes estancias de esta región conocida como el Beni; como no estube demasiado tiempo ( hay voluntarios que pasan 6 meses por ahí) no me tocó ir a la jungla, sita más al norte, sinó que me quedé en las Pampas, con unas características físcas y climáticas parecidas a las del Pantanal, con la diferencia que acá en el Beni la vegetación se agrupa en islas de palmeras que son las que sustentan casi toda la fauna, ya que en época de lluvias sólo quedan estos parches de tierra sin inundar.Típíca estancia del Beni, con su horno de piedra, su tejado de palma y sus puestas de sol

Bueno, y qué hace un ignorante en la materia como yo en un sitio como ese, os preguntaréis. La faena se trata de localizar a las parejas de Barba Azul y sus nidos ( tarea que ya estaba echa pues son unos bichos muy territoriales y apenas cambian de zona en toda su vida) y después hacer un pequeño escondite para vigilar que no entren depredadores al nido y que todo esté en "ordén". Así cada día 4 horas en un escondite mirando que no pasará nada ( nunca pasó), pues no es que sea la gran diversión; por suerte al estar escondido se pasearon delante de mis narices algunos bichos curiosos como el oso hormiguero ( versión chiquita, el grandote no lo ví), armadillos, monos aulladores ( que no veas como atronan, a grito pelao), cerdos salvajes ( taitetús les llaman acá), avestruzes ( ñandú), unos ciervecillos y unos lagartos de papada enorme, ah! y cualquier cantidad y variedad de pájaros e insectos. Haciendo amigos...este es Kiko, un loro hablador que se lo pasa pipa persiguiendo gallinas

También para amenizar me cambiaron 3 veces de estancia y así pude conocer diferentes famílias y lugares aunque los hombres de campo no son demasiado ( o nada) habladores y sus mujeres son sólo simpáticas cuando ellos no están, después todos callados! Además el calor acá es muy fuerte, cerca de 35 ºC cada día lo que "obliga" a retirarse a la hamaca todo el mediodía ( usea de 11 a 3, más o menos), balanceándose a un metro del suelo es posible pillar un poquito de brisa, que no veas lo bien que sienta. En la última estancia, Palma Sola, es donde pasé más tiempo, cerca de 2 semanas y media, las diversiones incluyeron caza( a la manera medieval) y degustación de cola de cocodrilo , partido de futbol dominical con el asado correspondiente ( aunque jugando a pleno solano a las 12 y con una agua verdosa por la vegetación y marronosa por el barro como único líquido bevible), alguna cabalgata y poco más, probar huevos silvestres de avestruz, carne de cerdo salvaje y la ya comentada cola de cocodrilo ( que por cierto está muy rica). No, los huevos de avestruz no entran suaves

En fin, una buena experiencia pero quizás un poco extensa, al final tanto sedentarismo aburre, aparte al estar en un lugar tan aislado ( a 9 horas de coche de Trini) hace que no haya variedad en el papeo ( arroz y carne seca cada día en todas las comidas), pero bueno, no hay queja.
Después del Agosto pasado en Paraguay, el setiembre en el Beni y el Octubre que me voy a pegar entre La Paz y el Caribe Venezolano ( reunión familiar obliga) ya casi ni me acordaré de andar en bici, de ahí el cambio de título.

viernes, 31 de agosto de 2007

Cataratas de Iguazú

En la confluencia del Paraguay, la Argentina y el Brasil el protagonista indiscutible es el agua. Aunque el contrabando de mercaderías le hace gran competencia, no puede con el poder de los ríos Paraná e Iguazú, ni con la espectacularidad de las casacadas más famosas del continente ni con la desconcertante presa de Itaipú, la mayor del mundo.

Las cataratas en sí son una de las mayores atracciones turísticas de toda la Argentina y de todo el Brasil, así que son palabras mayores!


Entrando la parque con la burra

Con el grupo el campo de trabajo y como colofón a tantas historias vividas, nos acercamos al Brasil ( así, como el que no quiere la cosa) a ver las famosísimas cataratas y, ya que estábamos, nos dimos un pequeno homenaje en forma de paseo en barco por sus cercanías, tan cercanos vaya que nuestro capitán-Terminator nos banó bajo ellas, un paseo muy bueno que nos dejó empapados por la belleza del lugar.
El tránsito a pie es menos emocionante pero permite disfrutar con más calma esta belleza natural. La impresionante falla de 80 m. de altura que que separa los cursos del alto y bajo Iguazú ( agua grande en Guaraní) sirve de trampolín para una cantidad enorme de agua que crea un increíble espectáculo para la vista y los oídos, uno de los lugares más lindos de estos lares.


Al salir el sol uno tiene la sensación de estar en el paraíso

Tras una tremenda farra de despedida, que será recordada tanto por nosotros como por el personal del hotel, tocaron de nuevo las despedidas y a mi, me tocaba proseguir mi singladura en solitario de nuevo con la bici. Me acerco a Puerto Iguazú ( Argentina), partiendo de Ciudad del Este ( Paraguay) y tras travesar Foz de Iguaçu ( Brasil), 3 países y 4 puestos fronterizos en sólo hora y media de bici, todo un récord!

Mi intención es colarme al parque y dormir dentro, aprovechando para recorrerlo en luna llena y ver la salida del sol sobre los saltos, pero en Iguazú tienen caladísimo al ciclista. Divisado desde la lejanía sale a mi encuentro un guardaparque que, antes de darme las buenas tardes, me recuerda que está prohibidísisimo dormir dentro. No queda otra que hacer los paseos con luna, usease visita nocturna de pago.

Mimi asediada por un impetuoso coatí


Desde mi campamento, sito ilegalmente a sólo 5 km. de las cataratas, oigo el rugido del agua precipitarse, un bramido ronco y potente que me recuerda la visión que me espera. Llegó el momento, a medida que uno va acercándose al lugar crece la emoción y se van despertando los sentidos. La vegetación va densificándose hasta convertirse en cerrada selva, el atronador sonido del agua se ve ahora acompanado por los cantos de cientos de aves invisibles, la humedad se apoderó hace ya un buen rato de la atmósfera pero uno no quita el ojo del cielo, las jugetonas nubes se divierten tapando y destapando la esfera lunar y está próximo ya el momento en que necesitaremos su luz.

El trenecito que nos lleva hace su última parada y enfilamos ya la pasarela que nos permite caminar sobre las aguas del río Iguazú, tremendamente calmadas, ajenas a su propio destino saltarín. El tranquilo fluir del caudal genera una cadenciosa música que ahoga el bramido cataratil que, ahora que estoy tan cerca, se ha echo imperceptible. Por encima de unas enormes palmeras se eleva una fantasmagórica nube de vapor, el impacto del agua es de tal violencia que la espuma se volatiza, creando una niebla perpétua a los pies de la catarata.


El poderoso salto Bossetti

A pesar de tantos anuncios, el primer contacto visual con la Garganta del Diablo es espeluznante. Las mansas aguas del río desaparecen, literalmente, en un abismo sin fondo desde mi punto de vista y de ellas no queda más rastro que estruendos y vapores. El viejo temor de los marinos medievales de enfrentar el fin del océano tiene aquí una representación física inmejorable. El viento mece a su voluntad las nubes y se combinan momentos de gran claridad con otros más tenebrosos, el mismo viento nos regala ráfagas del mismo agua que miramos embobados, el espectáculo es realmente digno de ser vivido.
Por desgracia no os puedo hacer partícipes del mismo con fotografías,mi cámara no da para estos trotes nocturnos...


Aunque tube mal tiempo, las nubes permiten visiones como esta, justo encima del salto

Mi grupo se fué, llegó la última visita de la noche y con ellos me tocó retirarme, los guardaparques me tenían más que calado y tube que abandonar mi idea de ver el amanecer.
Tampoco hubiera visto nada porque el día despertó bien nublado, los guardaparques descubrieron mi campamento y no hubo más remedio que moverse. De nuevo al Parque, claro!
Una lástima el mal tiempo, uno echa de menos unos buenos rayos solares que, reflejados en el vapor ofrecen un magnífico arco iris del que sólo disfruté 30 segundos. La parte argentina permite pasear muy cerca del agua, ver los saltos desde arriba y pasear a sus pies, siempre rodeado de una verdísima selva donde se pueden contemplar los magníficos Tucanes o los Coaties, tan monos como mangis, cuando hay papeo de por medio. Por suerte o por desgracia, no me topé con ningún Jaguar o Puma que corretean libres por ahí y que en el 97 se zamparon al hijo de un guardaparque, glups!

Cuando no perdonó el tiempo fue cuando pillé la bici para salir del parque, uno de los peores aguaceros ciclistas en mucho mucho tiempo! Con las pestanas petrificadas por el barro hice mi entrada, nada triumfal, al Brasil, sexto país de la travesía ciclista aunque, no nos enganemos, no voy a recorrer casi nada, es enorme! Lo que no me quiero perder es el Pantanal, una de las reservas faunísticas más importantes del planeta, a ver que tal.




Empapado pero contento, con mi nueva camiseta ( gracias Rebe!)