viernes, 23 de marzo de 2007

Fin de la Patagonia

Ushuaia ha echo un esfuerzo de marketing increíble para ser mundialmente reconocida como la ciudad "del fin del mundo", gracias a su asentamiento al Sur de la Tierra del Fuego lo que la sitúa en el extremo más austral accesible por carretera en todo el mundo. Sus 70.000 habitantes y miles de turistas borran desde el principio cualquier ilusión de sentirse en el fin del mundo y sólo los que pagan los carísimos cruceros a la antártica que parten desde el puerto disfrutan de ese privilegio.
Aún así su pletórica ubicación ante el canal Beagle y rodeado de montañas nevadas y algún glaciar colgante, hace que el viaje valga bien la pena.
Al ser el fin de la carretera sólo quedan dos alternativas al ciclista: o te vuelves por donde viniste o coges un transporte alternativo ( aunque también hay muchos, ciclistas y no ciclistas, que se quedan por un buen tiempo). Estaba yo colgado en el Cerro Guanaco, el que ofrece mejores vistas sobre el canal Beagle pensando en la posibilidad más adecuada para ir hacia el norte, llego a la ciudad y por curiosidad entro en una agencia de viajes a ver cuánto cuesta un avión a Buenos Aires. Son las 2 de la tarde. Empaqueto bici y equipaje y a las tres de la madrugada aterrizo en Buenos Aires, me roban la cartera, la recupero en 20 minutos ( se llevaron 20 pesos, unos 3 euros...miserables!), salgo a pedalear ante un amanecer apoteósico sobre el mar de plata, un ratito de barco y llego a Colonia del Sacramento, Uruguay. En menos de 24h he pasado de estar a mil metros, con nieve y un grado bajo zero en el último rincón de la Patagonia a pasear bajo sol de justicia por la maravillosa ciudadela de Colonia ( patrimonio de la UNESCO), y eso pasando por una de las mayores capitales del planeta y sin plan anterior. Bien.
Así acabó la primera etapa de mi excursión, adiós a la Patagonia que recorrí durante 14 semanas, adiós al frío, al viento, al rumbo Sud, a los glaciares, a la particular idiosincrasia del patagón. Fueron casi 4.000 km pedaleados, algunos cientos en bus y algunas millas marinas en barco, conocí y me gustó, mucho, esa tierra.
Como buen previsor dejé cosas por ver; qué mejor excusa para volver algún día.
Ahora toca conocer Uruguay, país poco visitado, de él dicen que no tiene nada extraordinario. Precisamente para desmentir el tópico recorreré su costa de este a oeste ( para eso y para ir a la playa, claro!)

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