martes, 6 de febrero de 2007

Perito Moreno


El objetivo era pasar la noche de luna llena sobre el glaciar Perito Moreno. La estrategia para lograrlo consistía en ingresar tarde al parque, esperando que los guardas se hubieran retirado; la hora oficial de cierre son las 20h. aunque me habían "chivado" que el chico de la taquilla suele escaquearse al menos una hora. Lo que no contemplaban mis cálculos era el fortísimo viento en contra que sopló esa tarde-noche. La ecuación empezar tarde, 30 km., fuertes vientos y subidas a dolor dá como resultado una no muy cómoda bicicletada nocturna por carretra boscosa, con los árboles empeñados en converitr en meras sombras los últimos rayos solares.
Paso sigiloso ante la taquilla: nadie por aquí, nadie por allá y para adelante, contento por la hazaña de entrar del gratelo ( aunque el ahorro es inferior a 10 €...), sigo el pedaleo hasta una segunda satisfacción en forma de bonita puesta de sol, con el glaciar y sus picos circumdantes teñidos de naranja y rosa ( uh! qué monada!).
Me ahorraré el relato de los últimos 10 km., totalmente de noche, cenando baches y hoyos y preguntando a noséquién qué coño hace un tipo como yo en un sitio y una noche como esa.
Sobre las 23h, un estruendo parecido a un trueno me da la respuesta. No es el glaciar más grande del mundo y quizás no es el más bonito pero es de los pocos que sigue en avanze lo que conlleva que de sus paredes se desprendan constantemente gigantes bloques de hielo convertidos, al tocar el lago Argentino, en errantes icebergs. El rugido de los desprendimentos es un espectáculo sonoro de primera y el mejor acompañamiento posible para visualizar los 4 km. de frente de 60 m. de altura del Perito, acojonante.
Aunque el hambre reclama a grito pelado desde mi estómago unos espaguettis, tardaré unas 3 horas en satisfacerlo, tiempo necesario para hacerse una idea de lo grande y bonito que es el lugar. Además la fortuna me acompaña y tras dos noches lluviosas las nubes se retiraron y ahora permiten que la luz lunar dé un color único al hielo. No seré tan necio de intentar garabatear una descripción de tamaña postal.
Preparamos y devoramos la cena aunque interrumpimos ambas maniobras una decena de veces para observar los desprendimentos. Los sacos colocados frente al Perito, probastéis alguna vez de dormir frente al congelador abierto? Más de 300 km cuadrados de hielo ayudan a tener esa impresión; la noche es mágica, el glaciar, la luna, la soledad compartida... en teoría sobre las 4 de la madrugada la luna estará justo sobre el glaciar pero por desgracia en ese momento está todo cubierto de nubes.
No importa, en dos horas más un nuevo fenómeno que contemplar: sale el sol y al igual que en su despedida tiñe el panorama con su infinita paleta. Hora de desayunar, en unos momentos se producirá el cambio de temperatura más brusco del día y los derrumbamientos se multiplicarán. Más tarde otro fenómeno, el de los turistas. Unas vistas y pasarelas que han disfrutado sólo 4 ojos durante el plenilunio son invadidas por miles de cámaras, autobuses, gentío. Los contrastes son buenos sólo a veces y llega la hora de partir.
De nuevo se demostró que no hay nada imposible, incluso que las cosas más difíciles a priori son 100% factibles. Ni hizo falta pagar entrada ni ningún guarda vino a decirnos nada; claro que no había sitio para montar la tienda pero quién quiere encerrarse entre plásticos cuando el espectáculo está fuera; hacía frío sí, pero qué se puede esperar estando frente un glaciar; se anunciaban nubes y algunas hubo pero qué importa eso cuando un sólo minuto de claridad hubiera sido suficiente. En fin valió la pena, valió mucho la pena.

2 comentarios:

Nina dijo...

Veig que no surten els meus comentaris, no sé què faig malament. Només dues coses: escrius de meravella Jaime, gairebé em veia jo davant el glaciar, geladeta, veient la bellesa d'aquest espectacle, que tot segueixi igual de bé com fins ara.

Un petonàs i que els vents de la fortuna t'acompanyin,

La tieta Cristina

Anónimo dijo...

america latina en bici, genial! yo vivi un mes frente a ese glaciar y pude disfrutar la luna llena un 30 de diciembre, lejos de casa, de los afectos, pero con buena gente, los guardas! que buen relato, realmente es asi...y lo imagine, cada momento...encontre tu blog, buscando justamente una foto del glaciar en luna llena.un abrazo